No he encontrado ninguna imagen en la red de este tebeo… para que se hagan una idea de lo popular que es.
Una pena. No sé si las cuatro historietas cortas que aparecen en este tebeo, una grapita de 24 páginas en B/N, han sido reeditadas o no -creo que lo segundo-, y me temo que está descatalogado -la editorial que lo sacó, Camaleón ediciones, también pasó a mejor vida-. Así que supongo que las personas que tenemos en casita esta pequeña joya podemos considerarnos afortunadas.
Keko es, según parece, uno de esos autores minoritarios, pero interesantes, que vive de otras cosas y hace incursiones esporádicas en el mundo del cómic. Supongo que es carne de gafapasta: rarito lo es un rato, le editan los tebeos editoriales insignia del rollo como De Ponent o Inrevés -en la revista NSLM-, las comparaciones con Charles Burns son inevitables, y en el prologuito que tiene el tebeo que les comento se le sitúa al lado de autores patrios del asunto como Joan Frau, Linhart -pronto les hablaré aquí del excelente Fin-, Gabi y Santiago Sequeiros. Como servidora no termina de entender la diferencia, en el ámbito del cómic o en cualquier otro, entre friki-gafapasta y friki-a-secas (o friki-pijamero, o qué sé yo, que lo de las taxonomías nunca ha sido lo mío), pues mejor no me pregunten. A mí el tebeo en cuestión me dice cosas, me sugiere, consigue que el entramado de tornillería de mi coco se sacuda un poco. Lo demás es contexto, vale, tiene su interés, pero para otro contexto.
Me voy a permitir contarles algo de las historias. No lo lean si tienen intención de hacerse con el tebeo o lo tienen en la reserva. No es que vaya a chafarles mucha cosa, pero creo que cuanto más “virgen” se acceda a él, mejor.
Primero hay dos “Cuentos de la selva eléctrica”: un asesino que mata a cambio del dolor de sus víctimas, y un hombre sin dolor que quiere ser asesinado por él, por un lado, y qué hacer y presenciar tras un asesinato: comer pollo, por el otro. A continuación, “El ojo privado”, detective que voyeurea por uno a cambio del objeto sentimentalmente más preciado que se posea, y que la revelación despoja de sentido. Miau. Y para acabar, “Marvin lo haría”, qué duro, el tal Marvin, o no; la guerra puede continuar.
Las cuatro me parecen… no encuentro adjetivo, “impresionantes” tendrá que valer. En especial la segunda y la tercera, no porque crea que son mucho mejores, sino, simplemente, porque son las que tocan más resortes en mi interior. La segunda, quizá, sería mi favorita… hoy, al menos… tiene una estética -nos entendemos- estilo Estados-Unidos-Años-Cincuenta muy evocadora… es la que tiene, tal vez, el estilo más elegante, más charlesburnsiano, y seguramente la más abierta de las cuatro… y, además, suena jazz, Davis o Coltrane, en sus viñetas, tocando suave, pero intenso.
Ahora, a esperar que alguien me regale 4 botas y La casa del muerto, las únicas historietas que he encontrado disponibles en librerías de este autor. Y que éste siga tocando. Lápices, tintas, resortes, tornillos, y sobre todo, jazz, mucho jazz.
2 commentaires:
De Keko hablan muy bien en Mondo Brutto y, por ello, me picaba la curiosidad, pero temía que fuera un autor demasiado ininteligible. Habrá que echarle un vistazo.
Civ: he leído tebeos mucho más raros, éste en particular... bueno, he leído más raros. Álvaro Pons es incondicional suyo, y dejaba muy bien en La Cárcel La casa del muerto, álbum que a estas horas ya debería andar por mis estanterías... pronto lo soluciono.
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