Cuando vi en un avance de novedades que Sins Entido sacaba un libro de 168 páginas por tan sólo 9 euros pensé que, o bien se trataba de un error, o bien por fin se habían decidido a publicar una de sus gafapastadas a un precio razonable. Al verlo en la librería entendí al instante: es uno de los, ejem, tebeos -o algo- más pequeños que he visto en la vida. Y con razón. A ver: de las 168 páginas, casi la mitad están en blanco. Como lo oyen. Sólo están imprimidas -con unas cuantas excepciones- las páginas que, encuadernadas, quedan a la derecha. Y al final hay tres páginas más en blanco. No es la primera vez que veo esta tomadura de pelo en un tebeo gafapasta (¿eh, señores de la Cúpula?, que lo de Megan Kelso es de juzgado de guardia); lo que me preocupa es que parece que la cosa se extiende. Supongo que hay modos peores de insultar la inteligencia del lector, pero es difícil pensar en alguno.
Pero ese no sería un motivo suficiente para que el, ejem, ejem, tebeo fuese tan pequeño. No. Lo es el que, en la página impar a la que han puesto tinta, sólo encontramos, por regla general, una viñeta. O mejor dicho, un bocetillo -seré generosa- adornado con una o dos líneas de texto o así. Tal es la cosa que, el día que lo vi, lo cogí de la estantería, me fui tras el mostrador de la librería y, en menos de cinco minutos -literalmente- me ventilé las 168 páginas -supuestamente- impresas más rápidas, creo yo, de toda mi vida como lectora. Repámpanos, más que leerlo, te abanicas con él. Pero no se fien; atiendan mejor a la información promocional del tebeo:
Aude cuenta en este libro, de manera autobiográfica y muy ligera, su cotidiano, sus días de fiesta y sus días de mal humor. Cuenta sus pensamientos íntimos, sus reflexiones acerca de la vida, los chicos, el sexo, sus preocupaciones respecto al futuro. Lo cuenta todo con muchísimo humor, un humor femenino, ácido, a veces crudo, siempre hilarante.
Así que "pensamientos íntimos" y "reflexiones". Como, por ejemplo, una página en que se ve un monigote sentado delante de unos cuadritos que se supone son edificios y leemos la "reflexión":
Me gusta París. O una escena en la que el mismo personaje se ve sentado en la taza del baño, en una casa llena de gente, y leemos:
Adiós. No queda papel. También podemos verla sentada en una silla, reflexionando:
He vuelto a comer demasiado. Y de su barriga -presumiblemente- surge un ruido: GRROO. Bueno, pues así durante 168 páginas. Muchísimo humor, ya ven. Ácido. Y, oh, qué crudo. Y qué hilarante.
Vale, ya sé que podrían estar pensando. "Coñe, Perse, qué morro tienes, hablar, y parece que no muy bien, aunque no sé si te pillo, de un, ejem, ejem, ejem, tebeo que has gorroneado de la librería; encima que te lo lees por la jeta..." Pues se equivocan, oigan. Sí, me lo leí allí mismo. Y me fui a casa flipando de la tomadura de pelo. Y la siguiente vez que volví a la librería... me lo compré. Es mio. Lo tengo en casa. Delante de mí, mientras escribo esto. No se atrevan a preguntar. Me lo haré mirar. Punto.