My Bloody Valentine. No pienso hablar de intensidad. Ni de Sofia Coppola. Ni de abanderados del gafapastismo. Ni del efecto Brian Wilson. Ni de la obsesión. Ni de pantallas sonoras. Ni de que sean "difíciles" (¡ja!) Ni de discos imposibles y discográficas arruinadas. En realidad todo eso es ruido añadido, curiosidades. Hay cosas de las que se hace difícil hablar, por lo innecesario, por lo ridículo de las palabras ante aquello de lo que se habla. Así que cállate la boca, Perse, y dile a la peña que le dé al play.
[¿Habré hablado alguna vez de algo de lo que pudiera hablar?]
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