Shaun of the Dead. En una palabra: genial.

Ostias pedrín, qué peliculón. O sea, no es sólo que sea toda una peli -ya- de culto, o un encantador homenaje a algunos de los mayores clásicos del género de zombies, o una comedia romántica atípica, o una frikada hecha por frikis y para frikis; es que, además, está dirigida, interpretada y -especialmente- montada con unas dosis de talento impresionantes. Vamos, que no es, para nada, la típica producción de serie B cutrecasposa y de exploitation gore... que se agencia de tópicos mil para montar su argumento, vale, pero la forma en que los presenta convierten a esta película en algo que se sale de la escala cutreril para entrar a formar parte del cine con "c minúscula... y a mucha honra.

Explicar de qué va es una auténtica chorrada, ya que va de lo mismo de lo que van prácticamente todas la pelis de zombis: se extiende la epidemia de los muertos vivientes por la ciudad -en este caso, Londres- y un puñado de supervivientes tratan de arreglárselas para seguir con vida. Claro que también va de lo que van un buen puñado de comedias románticas: novio-buen-chaval rompe con novia-buena-chavala porque el primero es un soso, pero una aventura en común le muestra a ella que en realidad, tras su fachada de tipo rutinario y aburrido, se esconde un héroe. Claro, también hay un amigo graciosete para adornar el conjunto.

Da igual: el caso es que es un peliculón, divertida, con sentido del ritmo, guiños cinéfilo-casposos a mansalva, con grandes actuaciones y sin un minuto de falta ni sobra. Se ve que hasta al mismo George A. Romero le moló la peli, e invitó a sus protagonistas a aparecer -cómo no- de zombis en la que creo que es todavía su última película, la muy aceptable -me pareció a mí, aunque he leído alguna crítica nefasta- Land of the Dead (en los extras del DVD hay una especie de documental con la peripecia). Así que ya sabéis, amiguitos: si todavía no la habéis visto, pues estáis tardando.