jeudi 6 septembre 2007

Las Supervixens de Russ Meyer.

Supervixens - 1
Cuidado con esta película. Meyer gasta mucho humor, mucha frivolidad y ligereza de cascos. Hombres pizpiretos y mujeres dominantes y traviesas, como las diosas de la Ilíada. Pero junto al tuntún palomitero hay también alientos cortados, esfínteres apretados y tragos de saliva. Así que ojito. Estén prevenidos.
Supervixens - 2
Un dependiente de gasolinera está casado con Superangel, una auténtica fierecilla neumática y celosilla. Tras una discusión en la que interviene un policía, la muchacha seduce al agente, pero éste no es capaz de rematar la faena. La cosa se complica… y termina del peor modo posible. Tras esto: road movie, metempsicosis inadvertida, slapstick, explosiones, damiselas en peligro, otras que son un peligro, maridos vikingos, papás sobreprotectores, espíritus de venganza… Todo ello contado con ritmo, filmado y montado con bastante gracia, resultando una película entretenida, visualmente llamativa -los parajes desérticos ponen los llanos y las supervixens las curvas- y con elementos para convertirse, con todos los honores, en película de culto.
Supervixens - 3De interés especial podría ser la imagen de la mujer que muestra la película. Algo que se repite bastante en la cultura pop: la mujer ambivalente. Seductora, hermosa, sujeto y objeto de deseo sexual, curvilínea, potente y rotunda. Pero también peligrosa, dura, violenta verbal y hasta físicamente. Generadora de conflictos sobre los demás y sobre ella misma. Eros y thanatos muy coherentemente juntitos en la misma figura. El hombre -varón- se desdobla en dos figuras para asumir los roles que asume la mujer en una, autosuficiente, ensimismada a pesar de -o justamente por- su máxima apertura exterior. Una visión que da que pensar. La cuestión del género, más allá de -ismos unilaterales y siempre miopes, merece una mirada más fina. Y ésta necesita materiales a los que dirigirse. La línea de horizonte siempre queda más allá.
Si busca la estimulación de sus bajos instintos, algo de eso encontrará, pero dese prisa, que hay gatillazos. Si es usted -ista, aficionado/a o de pro, quizá su templada conciencia ideológica encienda las alarmas en algún momento. Si es, en cambio, uno de esos frikillos pseudoenfermos y aficionados al cine psicotrópico -ay, qué difícil es esto de la enfermedad mental, ¿no es cierto, fans de Foucault del mundo mundial?-, espero que ya la haya visto. Yo que ustedes no me la perdería. Como poco, tendrán una excusa para quejarse a la persona insensata que se la recomendó.

1 commentaire:

Bruce a dit…

Mmmm..no es mi estilo de cine ni de mujeres,qué le vamos a hacer

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