Qué cuento más bonito me ha parecido este tebeo… lo digo en el buen sentido. Porque eso es lo que creo que es, un cuento fantástico, lleno de los tópicos que las historias cortas pensadas -en teoría- para niños han venido acumulando durante siglos. Ya, ya sé que el cuento es un género literario (algún día alguien me tiene que explicar eso de los géneros… no, dejémoslo) que no viene acotado por la edad de sus lectores potenciales, precisamente. Pero yo pienso, ahora, en este caso, en los cuentos para niños… o no tanto.
Tenemos al golem más o menos clásico, versión impulsivo-pero-de-gran-corazón, a la niña soñadora pero pragmática, al amante despechado con síndrome de Fronkonstin -perdón-, al monstruo con síndrome de replicante, astros abandonados, y un mundo fantástico, animista, donde la ciencia es magia, los niños son precoces y los adultos guardianes, como en los Muppet Babies, no asoman el rostro. Y una aventura con un mcguffin clásico de la imaginación: a dónde va la luna cuando desaparece de la vista. Una aventura que parece apenas una excusa para que Tony Millionaire, el autor de esta cosa, nos pasee por esos paisajes que suenan a ya vistos, despiertos o en sueños, maravillosamente dibujados, con ese estilo simplón pero efectivo, heredero de influencias conocidas y confesas (algunas de ellas, junto a otra información y enlaces, aquí).
Una línea o dos para destacar la cuidadísima edición de La Cúpula: tapa dura, sobrecubiertas, papel de buena calidad… les ha quedado un libro bonito de verdad.
Un cuento para quien todavía sea capaz de emocionarse buscando lunas tras el horizonte, donde encontré, al fin, los cinco duros.
Tenemos al golem más o menos clásico, versión impulsivo-pero-de-gran-corazón, a la niña soñadora pero pragmática, al amante despechado con síndrome de Fronkonstin -perdón-, al monstruo con síndrome de replicante, astros abandonados, y un mundo fantástico, animista, donde la ciencia es magia, los niños son precoces y los adultos guardianes, como en los Muppet Babies, no asoman el rostro. Y una aventura con un mcguffin clásico de la imaginación: a dónde va la luna cuando desaparece de la vista. Una aventura que parece apenas una excusa para que Tony Millionaire, el autor de esta cosa, nos pasee por esos paisajes que suenan a ya vistos, despiertos o en sueños, maravillosamente dibujados, con ese estilo simplón pero efectivo, heredero de influencias conocidas y confesas (algunas de ellas, junto a otra información y enlaces, aquí).
Una línea o dos para destacar la cuidadísima edición de La Cúpula: tapa dura, sobrecubiertas, papel de buena calidad… les ha quedado un libro bonito de verdad.
Un cuento para quien todavía sea capaz de emocionarse buscando lunas tras el horizonte, donde encontré, al fin, los cinco duros.
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