Vaya por delante: ésta película no es un porno-burguer. Es decir, que su valor masturbatorio es bastante mínimo, creo yo (pero bueno, hay a quien le ponen los documentales de animalitos… olvídenlo). Ésta es, en cambio, una película que consigue sacar buen partido de las libertades que, en el momento en el que se filmó, se le concedieron. Algo que, en la así llamada Golden Age del porno norteamericano ocurrió en más ocasiones, no todas con tan buenos resultados, todo hay que decirlo. Luego llegaría el formato vídeo y a tomar por saco el arte… Pero bueno, esa es otra historia y deberá ser contada en otro momento.
Gerard Damiano, el director conocido por ser el que perpetró la célebre Garganta profunda (1972), rodó a continuación la película que aquí les comento. Si han visto la primera, sabrán que es un pornillo mediocre, más humorístico que otra cosa, y lo único que, al consumidor habitual de porno, puede llamarle mínimamente la atención es que tiene un argumento -mínimo, pero lo hay-, y que los actores aparecen también vestidos y hablando entre ellos. En cambio, Devil in Miss Jones es una de las películas más impactantes, visualmente atractivas y excelentemente interpretadas que he llegado a ver, en cualquier género. Un auténtico tour de force capitaneado por una impresionante Georgina Spelvin, en apariencia la antítesis de la diva de cine X. Era una señora ya con 36 años cuando rodó la película, en absoluto una belleza al uso, con un tipo más bien convencional y una cierta cara de marujona no muy empalmatoria. Pero, ¡qué papel! Los actores de cine convencional actúan básicamente con el rostro, y el cuerpo apoya los gestos y da presencia, nada mas. La Spelvin actúa con todas las partes de su cuerpo. Y cómo… escenas como la de la ducha y la manguerita, juegos acuáticos que se monta ella solita, o la de la serpiente, o la de los ruegos fálicos… Y registro… qué sobriedad, en la escena del suicidio… porque la película se abre, prácticamente, con Georgina desnudándose ante el espejo, metiéndose en la bañera y cortándose las venas. Luego… no lo cuento, es una película que hay que ver.
Damiano rodó una película dramática, oscura, deprimente, existencialista en el sentido que se ha hecho popular del término. Los elementos fantásticos que incluyó sólo contribuyen a hacer más cruenta la realidad que transmite. El final es uno de los más devastadores que he visto jamás… el infierno son los otros, el infierno somos nosotros… Y, ¡qué bien filmada! Los recursos son obviamente escasos, pero bien aprovechados: la cámara y los actores. Que pueda filmarse toda la dialéctica carnal del deseo y la muerte sin elipsis abre la mirada hacia todos los rincones de la misma. Las materias blandas y los fluidos son contemplados de cerca y de más cerca. No se pierde un gesto, un espasmo, una contracción, compresión, excreción, llenado y vaciamiento. Un festival de los cuerpos que es más hecatombe que carnaval, más arder en las piras sacrificiales que liberar pulsiones retenidas. Y la magia… el primer diálogo entre la Spelvin y su anfitrión, el paseíto posterior con el mismo, los rituales iniciáticos, los símbolos… Con mayor o menor intención, a Damiano le sale un artefacto tremendo, en el que cualquiera podrá encontrar emociones intensas y elementos para reflexionar hasta el delirio. Si tienen ocasión, pocos prejuicios y el alma templada, yo que ustedes probaría a echarle un vistazo. Pero con cuidadito. Luego no digan que no les avisé.
Gerard Damiano, el director conocido por ser el que perpetró la célebre Garganta profunda (1972), rodó a continuación la película que aquí les comento. Si han visto la primera, sabrán que es un pornillo mediocre, más humorístico que otra cosa, y lo único que, al consumidor habitual de porno, puede llamarle mínimamente la atención es que tiene un argumento -mínimo, pero lo hay-, y que los actores aparecen también vestidos y hablando entre ellos. En cambio, Devil in Miss Jones es una de las películas más impactantes, visualmente atractivas y excelentemente interpretadas que he llegado a ver, en cualquier género. Un auténtico tour de force capitaneado por una impresionante Georgina Spelvin, en apariencia la antítesis de la diva de cine X. Era una señora ya con 36 años cuando rodó la película, en absoluto una belleza al uso, con un tipo más bien convencional y una cierta cara de marujona no muy empalmatoria. Pero, ¡qué papel! Los actores de cine convencional actúan básicamente con el rostro, y el cuerpo apoya los gestos y da presencia, nada mas. La Spelvin actúa con todas las partes de su cuerpo. Y cómo… escenas como la de la ducha y la manguerita, juegos acuáticos que se monta ella solita, o la de la serpiente, o la de los ruegos fálicos… Y registro… qué sobriedad, en la escena del suicidio… porque la película se abre, prácticamente, con Georgina desnudándose ante el espejo, metiéndose en la bañera y cortándose las venas. Luego… no lo cuento, es una película que hay que ver.
Damiano rodó una película dramática, oscura, deprimente, existencialista en el sentido que se ha hecho popular del término. Los elementos fantásticos que incluyó sólo contribuyen a hacer más cruenta la realidad que transmite. El final es uno de los más devastadores que he visto jamás… el infierno son los otros, el infierno somos nosotros… Y, ¡qué bien filmada! Los recursos son obviamente escasos, pero bien aprovechados: la cámara y los actores. Que pueda filmarse toda la dialéctica carnal del deseo y la muerte sin elipsis abre la mirada hacia todos los rincones de la misma. Las materias blandas y los fluidos son contemplados de cerca y de más cerca. No se pierde un gesto, un espasmo, una contracción, compresión, excreción, llenado y vaciamiento. Un festival de los cuerpos que es más hecatombe que carnaval, más arder en las piras sacrificiales que liberar pulsiones retenidas. Y la magia… el primer diálogo entre la Spelvin y su anfitrión, el paseíto posterior con el mismo, los rituales iniciáticos, los símbolos… Con mayor o menor intención, a Damiano le sale un artefacto tremendo, en el que cualquiera podrá encontrar emociones intensas y elementos para reflexionar hasta el delirio. Si tienen ocasión, pocos prejuicios y el alma templada, yo que ustedes probaría a echarle un vistazo. Pero con cuidadito. Luego no digan que no les avisé.
4 commentaires:
"No se pierde un gesto, un espasmo, una contracción, compresión, excreción, llenado y vaciamiento. Un festival de los cuerpos que es más hecatombe que carnaval, más arder en las piras sacrificiales que liberar pulsiones retenidas."
¿Tú estás segura de que es una peli porno? ¿No será que tienes la
mirada sucia? Y lo que es más importante, ¿follan o no?
¡Un besico, Perse!
Iru: lo de "peli porno" se le queda pequeño como etiqueta, pero vaya, que sí que follan, ejem, entre otras cosas. Y lo de la mirada sucia... "...porque el mundo me ha hecho asíiiii..."
La gachí es un rato fea, sobre todo maquillada como viejuna. Y otra menda que sale haciéndoselo con ella parece una extra de un docu sobre Proyecto Hombre. El resto, pse pse. Claro, que lo mío es Garci y esa onda.
Mondo: no sólo es fea, es que tiene una pinta marujona que tira patrás... Pero no me negará que le pone ganas. Y oiga, lo de Garci es coña marinera, doy por supuesto. No me desmienta, que soy muy sensible.
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