jeudi 9 décembre 2010

A Dan Clowes a veces le abrazaría y a veces le metería patada voladora

Wilson - Daniel Clowes
Pues me acabo de leer el último tebeo de Daniel Clowes que ha salido por aquí, Wilson, la primera obra que no sale prepublicada en su antología Eightball, sino directamente como "novela gráfica", o sea, tebeo para lectores maduritos y toda la pesca, y con eso y un euro diez, un café en el bar de Paco. En catalán salió antes, se ve que a La Cúpula le pisparon los derechos de la edición en castellano y se tuvieron que conformar, que tampoco está mal, y ahora sale de la mano de RH Mondadori, en un álbum en tapa dura muy bonito.

Y bueno, con Daniel Clowes siempre me pasa igual. Que a ver, todo lo que han ido sacando en tomo me lo he ido comprando religiosamente, y aunque no puede decirse que el hombre sea muy prolífico, ya van una buena cantidad de tebeos. O sea, que debe de gustarme, o interesarme mucho, que no los regalan. Pero no. O no del todo, o sí pero con peros, no sé cómo voy a explicarme y de todos modos.

El caso es que yo me enganché a Clowes con su Como un guante de seda forjado en hierro, y ésta sigue siendo, junto con David Boring, mi obra favorita del autor. Ya sé que hay otras mejor consideradas -Ghost World, Caricatura, Ice Haven, incluso este Wilson-, pero qué quieren que les diga, a mí me van más esas obras más psicotrópicas. Es que al menos no se dedica a darnos mascaditos, con discuuuursos y parrafaaaaadas, sus profundos análisis sobre la naturaleza humana y esas historias. Sí, me molesta pelín. Es que yo pensaba que eso es lo que hacían los críticos a partir de lo que ocurre en las obras. Que había que analizarlo, no que te lo daban hecho. Igual son manías mías, que Clowes es un tipo muy inteligente, pero la sensación está ahí.

Wilson está muy bien construído, la verdad. Cada página está dibujada con un estilo distinto -pirueta gráfica que tampoco termino de entender muy bien a cuento de qué viene, pero que al menos aporta variedad por esa parte-, y presenta una especie de historieta autoconclusiva y autocontenida, la cual podría leerse de manera independiente, pero todas juntas tienen continuidad y forman un mosaico que nos describe la vida y los pocos milagros del protagonista, un misántropo y francamente desagradable, aunque no exento de una cierta ternura, Wilson. El problema es que este señor habla mucho, habla demasiado, habla de más. Esa es la premisa principal, un tipo que aborda a conocidos y desconocidos y les suelta a la cara todo lo que piensa, sea verdad o mentira. Desde dentro funciona, desde fuera no sé: lo que les decía, demasiado mascadito. Ahora bien, el final, ambiguo, abierto y, por una vez, expresivo y no expresado, para mí, redime toda la obra. Es una de esas cosas por las que Clowes, por más peros que le quisiera poner, me sigue resultando, de alguna manera, irresistible.

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