Es para un profesor que tiene fama de no leerse ninguno. Que no se ha leído ninguno de los que yo le he entregado lo sé seguro; una de las situaciones más surrealistas de mi vida académica fue cuando -era una condición que él mismo ponía- acudí a la revisión de un trabajo mío, y la charla versó sobre lo único que se había leído el hombre, la tapa, o sea, el título. Así que le estoy poniendo ovarios al asunto y estoy dejando vagar la imaginación. En plan "La vida sexual de Kant", metiendo unas chorradas como pianos de grandes. Si se lo lee, aunque se lo lea, quizá valga la pena, después de todo, volver a pagar la matrícula.
mardi 20 juillet 2010
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