jeudi 19 juillet 2007

Klezmer, de Joann Sfar.


Joann Sfar, formado, entre otras cosas, en la cultura judía, resume la experiencia vital de todo un pueblo, pasada por el tamiz de su propia peculiaridad, en este tebeo. Jo, dicho así suena bastante pretencioso, pero las lecturas, los vectores coinciden, y no se crean, de todos modos, que la cosa debe ser aburrida y pedante: todo lo contrario. Que el tebeo es entretenido, y juguetón, y deja sitio para el drama, y para la sonrisa, y para lo que se tercie; propuestas hay muchas, ustedes dispondrán.

¿Saben lo que es el klezmer? No importa, lean el tebeo y se harán una idea. Si, además, suena algo de Kroke o Amsterdam Klezmer Band, pues mejor. En todo caso, da igual; klezmer significa, concédanme esto, vida, esto es: juego, pasión, baile, mirada, taconeo, golpe, frustre, alegría, guiño, valor, descocamiento, picardía, malicia, inocencia, intuición, estudio, posición... creo que lo pillan, aquí cabe todo. Es lo que tiene la música, cuando se lee como hace Sfar. Es etérea, pero ella puede tocar. No se puede explicar, pero puede hablarse de ella sin parar. Nos envuelve, pero no está en ninguna parte. Es vida, juego, pasión... y vuelta a empezar.

¿Y la historia? Que la hay, sí. “Hace muchos, muchos años”, en la Rusia zarista, cerca de y en Odessa. Músicos, un clarinetista rudo, la posible reencarnación de un rabino agnóstico, un ave que cayó del nido, y una chica que quiso ser nómada… entre otros. Judíos. También un gitano que se libró de una muerte, de otra más. Y música, mucha música, mucho klezmer. Sfar sabe qué se hace, qué quiere transmitir, no atosiga con ideas; muestra más que dice, todos muestran al decir, sin parar. Y vuelta a comenzar.

¿Y el dibujo? A mí me parece bonito... qué palabra más simple, a veces no importa más. Muy espontáneo, mucho rayajo, todo muy manchado, y el color en aguadas, colorines, colorines. Qué difícil es dibujar tan bien dibujando tan mal, caramba. Y está bien ambientado, y todo se entiende, y los ojos miran, los labios se mueven y las manos gesticulan. Hasta se oyen las notas del klezmer, cómo no. Esto no se aprende, o mejor: la técnica es condición necesaria, suficiente no. Algo otro debe haber.

¿Qué más les digo? Se harán una idea... que me ha gustado, mucho, que le he encontrado hilos, melodías, anécdotas... que de todos modos cuesta contar. Que espero la continuación. Que es sólo papel y tinta, pero tiene arte, música, alma. Que, aunque una voz que presumimos dura, cascada nos espete: “Vamos por la orilla del mar sólo porque es el camino más corto”, siempre podemos abrir mucho los ojos, sonreír y contestar: “Bueno, pero es romántico”.

"Klezmer" está siendo editado en nuestro país por Norma Editorial, y acaba de aparecer su segundo tomo...

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